Cientos de niños viven “en y del” basurero de Rafey, en Santiago de los caballeros (República Dominicana). Deficiencias educativas aparte, las condiciones sanitarias y alimenticias son preocupantes. La explotación, la indigencia, el olor pestilente, las enfermedades pulmonares y de la piel, así como la desnutrición, son sus compañeros de cada día.A los niños y niñas que trabajan en el inmenso basurero de Rafey se les conoce con el sobrenombre de «buzo» porque, literalmente, bucean entre los desperdicios para recoger lo aprovechable. Estos niños entran a las siete de la mañana y salen a las siete de la noche, cuando se acuesta el sol. Los niños y jóvenes que incursionan en la búsqueda de los materiales no van a la escuela ya que tienen que estar todo el día trabajando para lograr materiales que puedan vender.
La mayoría de estos “buzos” viven en los barrios de La Mosca, La Fe, La Piña, Villa Rosa, José Manuel, Las Colinas, La Colonia, San Antonio y San Lorenzo. Para llegar al basurero, sólo tienen que cruzar una cañada y ascender donde están los desperdicios; donde llegan hombres, niños, jóvenes de ambos sexos a buscar, por la desesperación, restos de artículos, de ropas, de electrodomésticos y todo lo que es depositado por los camiones cargados con los desechos de las industrias, comercios y viviendas.